Espero que den bien de comer en el cielo, pequeña Vespa. Nos dejas rotos. Eres insustituible. Te has ido tan generosamente, dormida en tu camita preferida, justo a la hora en la que dábamos el último adiós a mi madre. Te fuiste a cuidarla. No te equivoques de piso, es arriba del todo, en el cielo. Esperadnos, que nos volveremos a encontrar. No me quedan lágrimas pero prometo disfrutar cada minuto de vida, como has hecho tú hasta el final. Hoy vamos a ser 162.000 personas llorando por ti. ¿Te das cuenta del amor que has dado a tanta gente siendo una perra a la que tiraron a la calle como basura? Eres la mejor. Vuela alto, mi niña.