los primeros meses me sentía culpable, por no haber podido bajarte la fiebre, sentí que no había sido suficiente y me atormentaba con eso. En un sueño me hiciste entender que lo hice bien, me diste las gracias y me dejaste tranquila, pero igual me dejaste. No vas a estar en mi boda ni en el parto de mis hijos, ni en mi casa nueva. Te extraño cada día güerita mía, me dueles diario.